jueves, 9 de julio de 2015

Mamá+papá+nené=familia: la realidad está fuera de ecuaciones



Una familia funcional es también aquella monoparental, o la que cuenta con dos madres, o dos padres, o en la que se decide no tener descendencia. En una familia funcional se conjugan los valores y el amor, sin importar los pactos colectivos que, durante siglos, nos han encasillado en fórmulas inoperantes.

Autor: Damepa

Urge encontrar un patrón que defina «familia». Una ecuación de fácil manejo estadístico, aplicable en todas las sociedades, ideal...

¡Mamá, papá y nené!

Sí, según tales requerimientos esta podría ser la fórmula, sencilla. Pero ¿a cuántos hombres y a cuántas mujeres de esta Tierra representaría? ¿Qué hombres y mujeres de esta Tierra la aceptarían?


Se ha comprobado que «Mamá, papá y nené» resulta insuficiente para expresar los modelos que en la actualidad afloran como familias funcionales.

Desde su presentación esta categoría excluye a más personas que a las que abriga bajo sus dominios. Por tanto: Mamá, papá y nené no es la receta que buscamos.

Valores hacia adentro

En Cuba la legalidad y los medios de comunicación, en su mayoría, reconocen y legitiman el arcaico modelo de familia compuesto por madre, padre e hijo, y catalogan como complejos aquellos patrones emergentes, aun cuando estos concuerdan en determinados puntos con los conceptos de especialistas.

Para los entendidos, familia se refiere «al grupo de dos o más personas integrantes de un mismo núcleo particular emparentados hasta el cuarto grado de consanguinidad (padres, hijos, abuelos, nietos, hermanos, tíos, sobrinos, primos) y segundo de afinidad (esposos, suegras, nueras, hijastros y cuñados)».1

¿Por qué entonces deberíamos aferrarnos a una operación tan escueta, si la práctica es tan abundante?

Cuestiones como la vivienda, el acceso a la educación, las oportunidades de trabajo remunerado fuera del ámbito doméstico para las mujeres, la planificación familiar, las nuevas concepciones de unión amorosa y otros elementos, determinan que las familias cubanas existan más allá de las «ideales».

Según el informe nacional sobre el cumplimiento del Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD)2 entre los cambios ocurridos alrededor de las funciones, los derechos y la composición de las familias cubanas destacan: «el número y tamaño promedio de los núcleos y la disminución del número promedio de personas por vivienda, el predominio de las familias nucleares y el incremento de núcleos "unipersonales"».

También advierte el documento sobre la condición y posición de los adultos mayores en la vida familiar y la presencia de tres y cuatro generaciones en un mismo espacio.

A propósito, una de las metas proyectadas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) para el 2015, radica en la promoción de una convivencia saludable y placentera entre seres humanos de diversas edades; sobre todo para aquellos que interactúan en el mismo ámbito y se deben entre sí a garantías económicas, culturales y biosociales.

Operaciones con solución

Varios trabajos periodísticos e investigativos se han acercado a las familias compuestas por lesbianas y gays, enfatizando en el rechazo de la sociedad.

Según el psicólogo Ariel R. Arcaute Mollinea3, citado en un trabajo de Corresponsalía cubana del Servicio de Noticias de la mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMlac), «en el país se vivencia una discriminación hacia las personas homosexuales que quieren ser padres o madres pues se les invisibiliza de los programas de reproducción asistida y no clasifican para adoptar a niños y niñas sin amparo filial».

Resalta la nota de SEMlac que «tampoco se les reconoce como matrimonio o uniones formales, por lo que no garantizan sus derechos patrimoniales, de herencia y custodia compartida de hijos comunes (no biológicos) en caso de separación».

En este particular, vale destacar que a pesar de los reclamos hechos ante la Asamblea Nacional del Poder Popular con el fin de registrar legalmente la unión consensual de personas del mismo sexo, continuamos apoyándonos en el Código de Familia impreso en 1975, el cual solo valida las asociaciones heterosexuales y monogámicas.

Sin embargo, y contra los vientos y las mareas de la omisión, la exclusión y la discriminación, muchas parejas de lesbianas y de gays comparten la crianza de niños y niñas en familias felices.

De igual forma, lo hacen las ­monoparentales, rompiendo con los mitos de que padres solos o madres solas simbolizan disfuncionalidad. La formación de valores acordes con nuestra realidad, el bienestar y la seguridad de las personas nucleadas en un hogar, trasciende la orientación sexual y las formas tradicionales de convivencia.

Si bien las jefas de hogar no son tan mal vistas como en décadas anteriores, las razones por las que algunas mujeres asumen la dirección familiar suele generar inquietudes en la opinión pública y exigencias asociadas a conductas machistas.

En un país donde el índice de divorcios y de separaciones crece cada vez más, sería ilógico satanizar a las divorciadas como se hacía antes. Mas, se continúa cuestionando a quienes pretenden ser madres solteras, y enjuiciando a aquellas que posponen la maternidad o renuncian a ella.

Estos estereotipos no responden al derecho de las mujeres de controlar su reproducción y disfrutar de la sexualidad sin asociarla a la procreación. Tampoco se corresponden con el número de uniones consensuales, re-uniones y re-matrimonios registrados en Cuba; así como a la cantidad de parejas de un solo un hijo y el envejecimiento progresivo de la población (15% de la población cubana mayor de 60 años)4.

En cuanto a los índices de fecundidad, que están por debajo del nivel de reemplazo, la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD) describe que esta reducción se asocia con los avances sociales de la población y en especial con el acceso gratuito de las mujeres a los servicios de la educación y la salud. Inciden además los usos de métodos anticonceptivos, la despenalización del aborto y su realización en condiciones seguras.

Quizás las nuevas experiencias de convivencia y agrupación requieran de nuevos nombres, modelos y teorías. Mas, si no se les encuentra, convendría, al menos, borrar las ecuaciones que les queden cortas.

 

NOTAS:

1. Ponencia Familias en Transición, de la Doctora Mayda Álvarez Suárez, directora del Centro de Estudios de la Mujer, febrero 2014.

2. Resumen ejecutivo del Informe Nacional del Cumplimiento del programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, que describe las acciones de Cuba referidas a temáticas de población y desarrollo sostenible, familia, sexo y mujer, reproducción, salud pública, educación..., y otros elementos valorados en el año 2014.

3. En investigación presentada en enero de 2015 en evento realizado por la sección de Diversidad Sexual de la Sociedad Multidisciplinaria de Estudios de la Sexualidad (Socumes).Citado por la periodista Helen Hernández Hormilla en «Parejas de un mismo sexo también hacen familia»

4. Ponencia Familias en Transición, de la Doctora Mayda Álvarez Suárez, directora del Centro de Estudios de la Mujer, febrero 2014.

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Tomado de Alma Mater

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